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Atravesar el cambio sin perderte en el intento.

La incomodidad del cambio: cómo transitarlo sin perder el eje.


iluminación interna

El cambio es una constante en la vida. Todo está en movimiento: nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros vínculos, nuestro cuerpo, el mundo que nos rodea. Y sin embargo, pocas cosas nos resultan tan difíciles como aceptar que nada permanece igual para siempre. El cambio, aunque muchas veces deseado, también puede ser un territorio desconocido, desafiante, e incluso doloroso.

En esta nota vamos a explorar qué nos pasa cuando estamos en transición, por qué sentimos resistencia y cómo acompañarnos con herramientas concretas para no perdernos a nosotros mismos en el proceso.




El cambio como umbral: lo conocido y lo nuevo

Toda transición implica el cruce de un umbral. Dejamos atrás algo que conocíamos (aunque no nos hiciera bien) y nos abrimos a algo nuevo (aunque aún no lo comprendamos del todo). Este cruce genera incomodidad porque desafía nuestro sistema interno de seguridad. Nuestro cerebro está diseñado para protegernos, y lo desconocido se interpreta como una posible amenaza.

Pero acá está el punto crucial, sin ese cruce, no hay evolución. Sin la decisión de soltar lo viejo, no hay espacio para lo nuevo.

Ejemplo: Marta estuvo 10 años en una relación que la hacía sentir pequeña. Decidió separarse. A pesar de sentirse liberada, se encontró con un vacío emocional. Esa incomodidad no era una señal de error, sino parte del proceso natural de duelo y reaprendizaje.



Etapas emocionales del cambio

El psicólogo William Bridges describe tres fases en toda transición:

  1. Final: implica una pérdida. Hay dolor, nostalgia, miedo. Muchas veces intentamos volver atrás o minimizar la decisión tomada.

  2. Zona neutra: un espacio de confusión, ambigüedad, exploración. No sabemos quiénes somos en esta nueva etapa, ni cómo movernos. Es donde más autoduda aparece.

  3. Nuevo comienzo: se integra el cambio, se forma una nueva identidad, se recupera el sentido de dirección.

Estas fases no son lineales. Podemos avanzar y retroceder entre ellas. Lo importante es reconocer en cuál estamos y darnos el permiso para sentir lo que sentimos.



La incomodidad como aliada

La incomodidad no es el problema. Es la información. Nos está mostrando que algo está cambiando, que estamos saliendo de lo conocido y que, aunque no sepamos hacia dónde vamos, hay movimiento.

  • Anotar cada noche en un cuaderno qué emociones aparecieron durante el día. Identificar cuáles tienen que ver con la transición actual. Nombrarlas ayuda a no quedar atrapado en ellas.



Resistencias al cambio: los viejos patrones

Cambiar implica salir de patrones automáticos. Y eso duele. A veces nos encontramos repitiendo viejos hábitos solo porque son conocidos, aunque ya no nos sirvan. El autosabotaje es una forma de evitar el vacío del cambio.

Ejemplo: Juan quería dejar su trabajo para emprender, pero cada vez que lo intentaba, su mente le decía: "Mejor esperá un poco más". El miedo al fracaso disfrazado de prudencia era en realidad una resistencia interna.

  •  Hacer una lista de creencias que surgen ante el cambio. Luego cuestionarlas: ¿Son verdaderas? ¿De dónde vienen? ¿Me ayudan o me detienen?



El cuerpo también cambia

El cuerpo es parte del proceso. Durante una transición podemos sentir fatiga, tensión, insomnio, falta de energía. El cuerpo está procesando la información emocional que a veces no logramos racionalizar.

Herramientas corporales:

  • Respiraciones profundas al comenzar el día

  • Ejercicio físico suave (caminar, yoga, estiramientos)

  • Meditar o pausas conscientes para relajar el cuerpo


La importancia de la red de apoyo

No estamos hechos para cambiar solos. Compartir lo que nos pasa con alguien de confianza, buscar un espacio terapéutico o un grupo de contención puede hacer la diferencia.

Ejemplo: Clara se mudó de ciudad por una nueva etapa de vida. Se sintió perdida durante semanas, hasta que se animó a ir a un taller de crecimiento personal. No solo conoció nuevas personas, sino que pudo poner palabras a lo que estaba viviendo.



Aceptar el caos creativo

Toda transformación tiene una parte caótica. Es el momento en que lo viejo ya no está pero lo nuevo aún no llegó del todo. En vez de forzar respuestas, podemos aprender a habitar la pregunta.

  •  Escribir en una hoja: “No sé qué va a pasar, pero elijo confiar en...” y completar esa frase cada día. Es un ancla de confianza interna en medio del caos externo.



Visualización creativa del futuro

El cerebro no distingue entre lo real y lo imaginado. Visualizar nos prepara para actuar con más confianza.

Ejercicio: Cada mañana, imaginarse viviendo la nueva etapa con plenitud: ¿Cómo me muevo? ¿Qué siento? ¿Qué decisiones tomo? Esto refuerza el nuevo camino desde la imagen interna.



Un nuevo yo está emergiendo

El cambio no es solo sobre lo que dejamos atrás, sino sobre lo que nace. Cada transición es una oportunidad de reescribirnos. No siempre se ve claro al principio, pero con paciencia, todo se acomoda.

Reflexión: No sos la misma persona que empezó este proceso. Sos más sabio, más sensible, más valiente.



El cambio puede ser desafiante, pero también es un acto profundo de amor propio. Elegir transformarse, salir de lo conocido, crecer... es una decisión que merece ser honrada.


Sumate a nuestros cursos, talleres y encuentros. Te esperamos para caminar juntos este proceso de transformación. Porque el cambio, cuando es compartido, se vuelve más liviano.


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